viernes, 4 de octubre de 2013

Problemas en los Pech

Estaban comiendo un estofado de albóndigas, ¿estaba rico? Supongo que sí.
-          Creo que le falta sal – se quejó Emma Pech
-          Mmm para mi está perfecto- dijo Christoph Pech – está bien madre, sigue siendo el mejor estofado que he probado
-          Es el único estofado que has probado- dijo su hermana, Sascha Pech , en un tono retador
-          No le faltes el respeto a tu madre-dijo la voz grave de Dominik Pech, su padre, metiéndose un pedazo de albóndiga a la boca
Siguieron comiendo tranquilamente, Sascha hacía gestos extraños al comer. Su madre se paró en seco, caminó hacia el estante y volvió con el pocillo de sal en la mano.
-          Échate – dijo su madre y puso el salero fuertemente en la mesa causando un sonido en seco
Sascha se sobresaltó cogió por impulso el salero y al echarse se le escapó de las manos, haciendo desparramar la sal sobre el mantel
-          Ah,  no sé, tú lo limpias-dijo
-          Papaá – refunfuñó  Sascha
En ese momento, la puerta se abrió de un golpe, todos voltearon la cabeza para ver qué pasaba. Alexander Pech entro a la cocina repentinamente, puso sus manos sobre la mesa con una pálida expresión. Miró a su padre, y el padre le devolvió la mirada.
-          No puede ser- dijo Dominik con voz quebrada- tan, ¿¡tan rápido!?
Alexander asintió levemente con la cabeza y se escuchó un leve gemido de Emma.
La expresión del padre cambio repentinamente, y frunció el ceño si decir ni una palabra se levantó de su silla y con una profunda mirada se fue caminando pausadamente hacia su habitación.
-          Mamá ¿Qué está pasando?-pregunto Sascha dejando el tenedor a un lado.
No hubo respuesta.
-          ¿Alexander?, dime-exigió
-          No hay mucho tiempo, tienen que apurarse- dijo y salió de la cocina sin responder.
Traspirando se dirigió a las escaleras y las subió lo más rápido posible pero a la vez lo más silencioso.
-          Sascha, anda a … hacer las maletas, dijo la madre en voz monótona, levantándose de la silla, como si hubiera estado sentada allí toda una eternidad
-          ¿¡AAh!? ¿Qué? ¿¡Por qué!?- grito Sascha
El cuerpo tembloroso de Emma no pudo sujetarse más de la silla y cayó al suelo inconsciente
-          ¡Mamá!- gritó Christoph parándose de un salto y corriendo hacia ella para ayudarla a levantarse- ¡Sascha! ¡Has lo que te dice! ¡No causes más problemas!
Sascha muda por la impresión camino hasta la baranda de las escaleras, y antes de subirlas voltio a mirar a su madre.
Dominik Pech sabía que tenía que hacer: buscar el papel con la llave. Sí. El papel con la dirección, y la llave de plata. Pero, ¿¡dónde demonios estaba!? Dominik abrió por tercera vez el cajón de su cómoda de madera caoba y rebuscó entre sus prendas de dormir. No estaban ahí. ¿Dónde demonios las había puesto?
Emma se levantó casi al instante, cogió la mano de su hijo y le dio un apretón.
-          Tú también anda  a hacer las maletas, no hay tiempo- le dijo – anda, apúrate. Nada pesado, vamos a tener que caminar
A donde irían…, Cristoph no lo sabía. Miró con extrañeza a su madre, pero leyó la situación. Se limitó a asentir e ir rápidamente hacia las escaleras para subir a su habitación. Una vez dentro, encontró a Alexander  maldiciendo a alguien mientras se paseaba  de un extremo a otro del cuarto... Mirando una y otra vez por la ventana.  Trataba de  secarse el sudor con la manga de la camisa. Christoph no le hizo caso,  el solo obedecía a su madre, aunque tenía muchas preguntas se quedó callado.
-          ¡Unirse a la Resistencia, después de haber si do uno de ellos! ¿en que estaba  pensando?
Cristoph  se quedó helado y miro con los ojos atónitos a su hermano, quien  paro de caminar por unos segundos y volvió a retomar el paso.
-          Sigue guardando tus cosas- dijo Alexander - luego te cuento todo
-          Pero…- respondió- Todo esto…  ¿quiere decir que él está-
-          No lo sé
-          Si lo esta
-          No
-          ¡Si lo está!, entonces, ¿ por qué tendríamos que-
Se escuchó el sonido de un vehículo acercarse y estacionarse en los asfaltos de la calle. El color de Alexander Pech cambio a un blanco pálido, corrió la cortina y se asomó.
-          Cristoph, anda a buscar a mama y a Sascha - susurró espantado- Son ellos

 Como si estuviera hablando con sí misma,  Emma se dirigió a la despensa y en un bolso  empezó aguardar comida enlatada, un trozo de queso,  pan,  pepinillos, todo lo que fuera comestible.  Gracias a Dios que Alexander había venido a tiempo, eso fue lo que pensaba cuando una mano le agarró del brazo con fuerza.
-          ¡Mamá!- dijo Cristoph
-          ¡Dios! ¡Me has asustado!-respondió ella – mira, has hecho que se me caiga el pan…
-          Mama, escúchame, han venido, ya están aquí. Acaban de estacionarse afuera, Alexander los acaba de ver
Emma se quedó tiesa, recogió el bolso con la comida dentro y agarro la mano de su hijo.
-          ¿Dónde está tu hermana?-pregunto mientras se dirigía a la sala
-          Aquí estoy- dijo una  vocecita detrás de ellos
-          ¿Dónde está tu padre?
-          Alexander ha ido a buscarlo
Dominik también había escuchado el motor del carro, seguía buscando por todos los cajones que había pero, sus esfuerzos por encontrar el papel habían sido inútiles y su excesiva confianza en los empleados de la casa había ido al tacho.  Se abrió la puerta de un golpe y Alexander entro.
-          ¿No lo has encontrado verdad?- pregunto
-          No, maldición, los judíos que teníamos se lo llevaron
-          Eso supuse… ¿Qué vamos a hacer?
-          Dios mío, no tengo ni idea
Los golpes en la puerta eran más duros y frecuentes  
-          ¡Abran! , ¡Es una orden de la Policía Secreta del Estado!
Padre e hijo bajaron las escaleras de tres en tres hasta llegar donde Emma, Sascha y Cristopher. Los tres estaban llorosos. Se abrazaron y se mintieron entre ellos
-          Todo va a estar bien cielo, no te preocupes
-          Abriré la puerta- dijo Emma
-          No, lo hare yo-dijo Dominik
Se acercó y movió lentamente la manija dorada .Un hombre empujo  la puerta con violencia, llevaba un uniforme con el emblema de águila encima del símbolo Partido Nacional socialista Obrero Alemán  
-          ¿Es usted pariente de Derek Pech?- pregunto el oficial
-          Sí, soy su padre, ¿necesita algo?-
El hombre escupió a los pies de Dominik
-          Usted está arrestado por traición- dijo golpeándolo en el estómago.
-          No – dijo en un gemido-  he hecho nada
Lo llevaron hasta uno de los carros, abrieron la puerta y lo empujaron hacia dentro.
-          Usted tiene suerte-le dijo el oficial sonriendo cerrando la puerta
Otros uniformados entraron a la casa. Sascha temblaba y lloraba, apretaba con fuerza la mano derecha de su madre y la izquierda con la de su hermano Cristoph. Alexander se paró delante ellos. Los hombres patearon y escupieron a Alexander
-          No merecen tener sangre aria
-          Inmundos
-          Traidores
Alexander se defendía como podía, Emma lloraba y apretaba con más fuerza las manos de sus otros hijos y los trataba de poner detrás de ella.
-          Ustedes también- dijo un oficial de ojos celeste electrizante
-          ¡Mis hijos no! Por favor
Los obligaron a caminar hacia afuera. Ya no se cogían las manos. Y una vez afuera los forzaron a arrodillarse.
-          Dios mío, dios mío- no dejaba de repetir Emma- Padre nuestro que estas…
-          ¿Mamá… que nos van a hacer?
-          Calla – dijo Cristoph tomándole la mano de nuevo
-          Todo… va a estar bien- gimió Alexander
Dominik Pech estaba sentado en la parte de atrás del carro, sudaba y temblaba. Había un hombre vigilando que lo miraba asqueado. La puerta del vehículo se abrió y entro el oficial.
-          Ya, vámonos- le dijo al chofer
-          Sí, señor-respondió
El carro prendió, y avanzó unos cuantos metros. Se escucharon cuatro disparos a lo lejos.
-          ¿Ves? -exclamó el hombre prendiendo un cigarro- te dije que hoy tendrías buena suerte

martes, 1 de octubre de 2013

lgo inesperado

Una familia estaba en rumbo a Disney World. Cuando llegaron al estacionamiento de al frente se estacionaron para no perder el tiempo. En eso todos bajaron del auto y el niño, como era curioso, se quedó caminando, ya que el paisaje le fascinaba. El padre al voltear no vio a su hijo, ya que la gente caminaba por donde estaba él, porque era una de las entradas principales para entrar a los parques. Su familia estaba mal y asustada, ya que para ellos un segundo era como varias horas en las cuales no encontraban al niño. El niño siguió caminando, pero no encontró a nadie, porque a medida que pasaba el tiempo la gente se iba.Él pensó en su familia, ya que estaba muy asustado y se sentía solo. De pronto, pensó en una posibilidad, que era encontrar el camino que no era muy fácil, pues habían muchos obstáculos. También pensó en encontrar a un personal de servicio para que lo guíe por el camino. Sin embargo, quiso regresar al lugar donde se encontraba el auto de su padre, ya que pensaba que sus padres lo iban a encontrar ahí.Los padres muy desesperados no podían creer lo que estaba pasando y estaban en shock. Pedro, el niño, decidió irse del lugar en donde estaba , porque no daba ningún resultado.La hermana, en cambio, estaba más serena, porque creía que todo era solo un juego de su hermano para asustarlos. Cuando la hermana dijo eso, los padres comenzaron a discutir con ella, porque estaba muy tranquila. Como estaba muy solo y cada vez se asustaba más, de repente, entró en depresión y comenzó a llorar fuertemente. Pensó muchas veces que su padre no lo iba a recoger y muchas otras cosas horribles. Su familia no lo encontraba, por lo que decidieron ir a buscar ayuda cercana, pero todos ya se habían marchado a los parques. En eso, Pedro vió a un personal de servicio y lo llamó suavemente, pero como no tenía fuerzas no fue escuchado y decidió echarse un rato a descansar. Luego, se levantó y se fue caminando, pero esta vez ya sabía a donde ir. La familia ya estaba un poco más tranquila , porque pensaban que estaban en el refugio, que es el lugar donde están todos los niños perdidos. La hermana los seguía consolando con sus hermosas y cálidas palabras de que estaba allí. Los padres en u camino al refugio se encontraron a un policía y le preguntaron si había visto a Pedro. Él les contestó que no y los padres se preocuparon el doble que antes. Pedro vió al mismo policía , lo llamó, y para su suerte si fue escuchado, el policía fue hacia él. Luego, lo llevó a la comisaría y le dió agua y comida , porque estaba muy cansado. Finalmente, la familia lo encontró y cada uno de los miembros lo abrazo fuertemente. Fueron a los parque y ese fue el mejor día que pasaron.

¿Quién soy?

Hoy es un día cálido y brillante. Con mi familia decidimos pasar el día en la playa. Me encuentro lo más cerca posible de la orilla del mar, pero a la vez lo más alejada que puedo de los niños y sus castillos de arena, que evitan la tranquilidad que deseo. Para ser más exacta, estoy a 3 metros de donde rompen las olas. Según yo, el lugar más pasivo que hay, sin correr el riesgo de ahogarme o ser interrumpida.
La brisa del mar, sus suaves movimientos, me hacen encontrarme en un ambiente completo de paz. Me voy de un lado al otro, completamente libre. Las ligeras olas que revientan en mi espalda, el molusco que siento al poner la planta de mi pie en el fondo, esa alga que cruza rozando mi mano, tanto relajo, estoy flotando.
Abro mis ojos, un cegante resplandor me hace cerrarlos de nuevo.  Parpadeo, miro a la izquierda, niños jugando, miro a la derecha…  Mucho antes de cerrar mis ojos nuevamente, granitos de arena me impiden cerrarlos por mucho tiempo, abrirlos es mi única opción. ¿Dónde estoy? No paro de dar vueltas, solo veo verde. Me golpeo con el suelo. Respiro agua.
Me tomo un tiempo darme cuenta que me revolcó una ola. Nada bonito. Respiro y siento aire.  Abro los ojos, pero no veo el cielo. Solo caras de pequeños niños, mirándome desconcertados. ¿Por qué me miran? Me senté de inmediato y esos niños que no se movían se empezaron a esparcir e irse. No me quejo. Puse mis manos a los costados, me costó un poco levantarme. Sentí el mar en mis pies, me quede un rato contemplando el ir y venir del agua. Finalmente, me paré. Estaba temblorosa, no sé por qué. Los pies se me hundían en la arena, caminar cuesta arriba hasta las sombrillas, fue todo un reto. Caminar en diagonal, tampoco me lo simplificó.
Me senté en la banca, me recosté, parpadeé, y me di cuenta que tenía mucha arena en los ojos, en la boca y en los oídos. Empecé a toser y toser. La arena se me pegó en la lengua.
-¡Hijita! Estoy yendo con tu tía a almorzar, anda cuando termines de quitarte toda esa arena.
Esa señora me tocó el hombro. La mire, y le quite la mano de ahí.
-Creo que se confundió de persona.
-Pero ¿qué dices? Deja de decir tonterías, anda a comer.
Simplemente me pare de donde estaba, volteé hacia ella, la mire con ojos saltones y me fui. Camine, paré, gire la cabeza y la señora me veía desconcertada. Pensándolo mejor, yo no suelo tomar esa actitud ante personas, sobretodo desconocidas. Ya no podía hacer nada, ya estaba hecho, pedir disculpas estaba de más. Bruscamente di unos grandes pasos, estaba mareada. ¿Será el sol? Probablemente.
-¡Annia! ¡No me ignores, y ven!
Una señora desesperada, es una de las miles que hay.
-¡Annia!
¿Por qué esa  Annia no le hace caso a su mamá? Me di la vuelta y la que gritaba era la señora de antes, me miraba a mí. Esto explica todo, cree que soy Annia. Pobre señora, estará mal de la cabeza.
Me dirigí hacia ella. ¿Tanto me parecía a esa tal Annia? Me detuve frente de ella y hablé:
-Señora, lamento mucho que no vea bien. No soy Annia.
Esto último que dije la dejó desconcertada y con cara de preocupación. Emitió una nerviosa y media sonrisa. Trató de reírse, pero lo único que salió de su boca fueron unos balbuceos:
-Pero, niña… entonces ¿cómo te llamas?
Esa pregunta me hizo pensar mucho… ¿Cómo me llamo? Una pregunta fácil, una pregunta que no implica analizar nada, que no debería demostrar nerviosismo. ¿Cómo me llamo? No lo sé.
-¿Quién eres?
La señora me ha metido en un lío. ¿Cómo me llamo? ¿Quién soy? ¿Quiénes son mis padres? Ni un recuerdo se me viene a la mente. ¿Dónde vivo? ¿Cuántos años tengo? ¿Cómo vine a la playa?...
-Niña, ¿me vas a responder o no?
Empecé a sudar ¿cómo no voy a recordar mi propio nombre? La arena era otro fastidio más.
-Annia, déjate de babosadas, no es gracioso. Anda a limpiarte, estas llena de arena, tu tía ya está en el restaurante desde hace ya bastante rato.
-Pero no soy Annia…
-Me ves cara de tonta, casi me la haces, casi me la haces, ¿tú crees que no voy a poder reconocer a mi propia hija? Si tu tía es el problema, te me comportas. No quiero uno más de tus caprichos. ¿A dónde querías llegar con todo esto?
¿Qué está pasando? ¿Será tal vez que esta señora, efectivamente es mi madre?
-¿Quién es usted, señora?
-¿Cómo que quien soy? Deja de bacilar y camina.
-¿Es mi madre?
Al parecer, el tono con el que le dije esta última pregunta, la preocupó un poco.
-Por supuesto que soy tu madre.
Me quede callada, eso motivo la preocupación de la señora. Si es mi madre, ¿por qué no me acuerdo de ella?
Traté de pensar, en el recuerdo más lejano que tuviera. Muchos niños mirándome estando tendida en la arena. Es decir, mi recuerdo más lejano es de hace unos instantes ¿Qué paso?
-¿Estas bien Annia? ¿Tienes fiebre?
-¿Cómo te llamas?
Ya no era broma, la señora estaba realmente nerviosa. Sacó su teléfono de su cartera y con las manos temblorosas marcó un número. No pudo evitar un par de lágrimas. Llamó a una tal: Carla. Ella venía con unos médicos.
Miré de nuevo a mi supuesta madre…
Desperté en un cuarto blanco en una camilla. Un señor  vino hacia mí, me sonrió y me hizo una serie de preguntas:
-¿Cómo te llamas?
Estas preguntas que me hacen la cabeza explota,r continúan.
-No lo sé.
-¿Sabes cuántos años tienes?
-No.
Seguimos así un tiempo más. La conclusión sería que cabe la posibilidad que una ola me haya golpeado, ya que lo único que recuerdo es estar en la orilla del mar, llena de arena. A causa de esto, he perdido la memoria.

Escrito por: Estefanía Papi

Recuerdo o perdición

Hoy se cumplen dos meses desde la muerte de mi madre. En este momento debería estar en el cementerio dejándole flores y disculpándome por no estar con ella al morir, pero el destino está en mi contra, ayer me chocaron y mi auto está en el taller.
Me desperté en la mañana con lágrimas en los ojos. Había soñado con ella de nuevo. Volteo hacia mi mesa de noche para ver la hora. Me levanté casi una hora antes de que suene la alarma. Y ya no voy a poder dormir. Decido tomar una ducha para aprovechar el tiempo. Pasados veinte minutos en el agua ya me siento capaz para enfrentar un nuevo día, por más que no sea un día cualquiera. Trato de buscar algo decente que ponerme para ocultar mi estado de ánimo. Detesto que la gente pregunte como me siento, aunque más detesto el no poder controlarlo.
No sé cómo pasó el tiempo tan rápido, pero ya me encuentro tarde para mis clases. Me pongo el collar y luego observo el resultado frente al espejo. Colgando del marco está la foto que tengo con mi madre. Ella estaba tan feliz. Recuerdo su amor por las fotos, siempre que podía se tomaba una. Puede ser que ahora la entienda porque ahora significan más recuerdos para mí.
Después de mi mañana reflexiva, llegué a la universidad. Para variar, llegué tarde. Corrí por el pasillo esperando que el profesor se haya demorado también. Lo veo doblando la esquina con una pila de libros, suspiro aliviada y me doy cuenta de que no tengo el collar, así que regreso sobre mis pasos con el fin de encontrarlo. Lo recojo del piso y renuevo mi camino hacia el salón. Cuando llego, el profesor  me cierra la puerta en la cara. Mi día no podía mejorar. Para concordar con mi desastroso día, las semanas siguientes fueron igual de malas. Para colmo de males, se perdió mi collar. Simplemente desapareció. Ni recuerdo habérmelo sacado en algún momento.
Me he dado cuenta que mi mamá me ha estado haciendo bastante falta.Al parecer, mi familia lo comenzó a notar también, porque mi abuela me estuvo visitando casi a diario.Ella es la única persona que parece entenderme.Sus consejos me ayudan mucho.Hasta podría decir que sus consejos me han ayudado a sobrellevar la situación,Los días fueron mejorando drásticamente.
Mi tía estaba feliz porque todo había mejorado.Ella siempre estuvo preocupada por mi situación auqneu no me gusta admitirlo.Un día de estos, ella nos invitó a cenar en su casa.Invitó a toda la familia, mi abuela y mis primos incluidos.A la hora de sentarnos en la mesa, mi abuela nos comenó a servir la comida. Al servir los refrescos, de repente se le cayó la jarra.Comenzó a ponerse pálida y tuvieron que ayudarla.Nadie nunca había visto a la abula así y a todos nos preocupaba su estado.

Ella tuvo un par de episodios más en el transcurso de la semana.Siempre se le bajaba la presión por lo que se le hacía difícil mantenerse parada.       Para evitar mayores problemas se mudó temporalmente a la casa de mi tía,ahí la tenían bajo sus cuidados en todo momento, pero igual nos parecía muy extraño, ya que nunca había tenido problemas de salud.
Pasaban las semanas y la abuela no se mejoraba.Día tras día la víamos más trsite,más demacrada.Todos la apoyaban, pero parecía que a ella ya no le importaba seguir viviendo.Creíamos estar preparados para lo peor, pero cuando el momento llegó estábamos devastados.
El día del funeral tenía un clima de tensión.Ninguno de los asistentes podía creer lo sucedido.Cómo una ,ujner tan llena de vida pudo habernos dejado en un tiempo tan corto.En el momento de la despedida todos los nitos se acercaron a darle un último adiós a la abuela.Cuando mi turno llegó,las lágrimas ya corrían por mis mejillas.El ataúd aún estaba abierto y podíamos ver el cuerpo de mi abuela, pero al acercarme más, pude observar algo que brillaba en su pecho, era mi collar.
El collar estaba en su cuello.Mi mente aún estaba procesandoeso.¿Por qué lo tenía?¿En qué momento lo cogió?Estas preguntas que no podía contestar.En lo único que pensaba en ese momento, era en tener el collar en mis manos nuevamente,Y así lo hice.
Esperé a que todos salgan para que no me puedan ver. No fue muy difícil ya que yo era la última en despedirse. Cuando me aseguré de que ya nadie observaba, acerqué mi mano al cuello de mi difunta abuela. Cuidadosamente, moví el collar de manera que se pudiera desabrochar por el frente y lo saqué. El collar estaba en mis manos ahora. Era mío de nuevo y eso era lo único que me importaba.
En este momento, tengo la necesidad de explicar lo que significaba el collar para mí. El collar era lo único que me quedaba de mi mamá. Lo único que me dejó, por eso me importaba tanto. Y me sigue importando. Al tenerlo puesto siento que mi mamá me acompaña, a pesar de su repentina muerte. De alguna manera, tenerlo junto a mí me hace sentir mejor.
Unas semanas más pasaron como si nada. Mi vida volvió a lo ordinario. Sin mi abuela, mi vida volvió a lo que era antes. He comenzado a tomar pastillas para dormir, pero de todas maneras no logro conciliar el sueño. Todas las noches me quedo despierta porque siento que hay alguien observándome. Llegó a un punto en el que no podía dormir con la luz apagada, por eso la lámpara de mi cuarto siempre se encontraba prendida. Un día estaba en mi cama leyendo y se apagó la luz de pronto. Este suceso se repitió un par de veces más en la semana,  hasta que sentí la necesidad de contarle a alguien. Y la única persona que me quedaba era mi tía.
Al día siguiente llamé a su puerta y en menos de un minuto ella abrió. Parecía como si me estuviera esperando. Entré y me dijo que tomara asiento en el viejo sofá de su casa. Me preguntó por mi salud y cómo iban las cosas por mi vida. Le respondí con frases vagas y pocas palabras, decidiendo no contarle los extraños sucesos aún. Noté que tenía algo importante que decirme por los casi imperceptibles temblores en las manos y los pies que no podían quedarse quietos,    y traté de no encaminar la conversación por otro rumbo. Después de algunos diálogos más, en los que ella seguramente intentaba tomar valor para decirme la parte importante, me reveló que mi mamá tenía un diario, y que se lo había dado para que me lo entregara cuando haya superado su muerte. Me lo entregó con la delicadeza con la que mi mamá me lo daría, no sin antes decirme que ella no lo había leído por respetar la privacidad ajena. Inmediatamente sentí un gran peso en mis hombros. La vida entera de mi madre se encontraba allí. Todos sus relatos, sus pensamientos, su día a día. Por supuesto también me sentía halagada de poder tener acceso a su diario, pero era una gran responsabilidad.
Yo no sabía que ella tenía tanta confianza conmigo. Me había dado su diario y eso era realmente importante. Mi mamá siempre estuvo allí para mí, pero yo nunca la dejé entrar  a mi vida tanto. Comencé a pensar sobre esto cuando el médico nos dijo que había muerto de cáncer. Ella no me contó nada sobre su enfermedad. No le contó a nadie, en realidad. En nuestra familia nadie estaba enterado de esto antes de que falleciera. No me contó a mí, ni a nuestra familia, ni a sus amigos. ¿Cómo era eso posible? Cuando nos lo dijo el doctor, nos pareció ilógico. En ningún momento se nos hubiera ocurrido que una mujer como ella nos oculte semejante cosa. Siempre era tan optimista sobre todo, no entiendo por qué ni siquiera habría intentado sanarse.
Pasaron muchos días en los que ni pensé en abrir el diario. Mi mente estaba lidiando con otras cosas. Por qué siempre se apagaba la luz de mi cuarto, por ejemplo. Sabía que no era una falla eléctrica. Incluso había intentado cambiar el foco, repetidas veces. Otra cosa que me seguía sucediendo era sentir la constante mirada que me acompañaba por las noches. Traté de darle una solución a esto también, sin embargo, no se me ocurría nada. No entendía el por qué sucedía, para comenzar.
Después de un tiempo me acostumbré a esto. Ya no me parecía extraño. Un día de esos me decidí a abrir el diario de mi mamá, porque ya no la sentía más, aún si tenía el collar puesto.
Al comienzo el diario parecía bastante normal. Narraba sus días en la casa, pero luego, pasando las páginas, comenzaba a narrar sucesos bastante raros. Por parte la entendía, porque cosas raras también me sucedían a mí, pero lo que no entendía era como se lo guardaba para ella misma; hasta que entendí que ella no necesariamente se mantuvo callada respecto al tema.
 Lo que recuerdo del siguiente día fue comenzar a escribir mi propio diario. Un diario en el que no me limitaba a escribir pensamientos con sentido, ya que estaba segura de que nadie alguna vez lo leería. Uno que me sirviera como un lugar para vaciar todas las ideas que alguna vez pasaron por mi mente, ideas que prefería no leer en voz alta.
Estas pocas hojas, junto con un lápiz y el collar de mi mamá eran las únicas cosas que llevé conmigo a esta casa grande a la que me obligaron venir hace un tiempo. Esta casa tenía un aspecto muy distante desde afuera. No es que pudiera concentrarme en observar muy detalladamente la casa, con mi tía llorando en el carro que me trajo aquí. Mi tía estuvo mirando hacia la ventana durante el tiempo que duró el camino a la casa. En el reflejo de la ventana veía a una mujer dolida, quizás un poco arrepentida por algo que había hecho, no podía estar segura. Nunca me miró directamente a los ojos, sin embargo, me miraba de reojo cuando creía que yo no me daba cuenta. Al salir del carro, ella inmediatamente rompió en llanto. 
Después de ingresar a la casa, me hicieron entrar a un cuarto muy espacioso, pintado solamente de blanco. En el cuarto había una cama de fierro un poco muy pequeña y una mesa que fallaba en el intento de dar un poco más de calidez a la habitación. Cuando volteé en dirección a las personas que estaban detrás de mí, me encontré con la puerta del cuarto cerrada. Así fue como transcurrió mi primer día en la casa.
 Perdí la noción del tiempo en los días que le siguieron a ese. Siempre era la misma rutina. En las mañanas, las tardes y las noches ingresaba una persona a mi cuarto con comida, la cual no lucía muy apetecible. Cada cierto tiempo, una mujer vestida con una bata larga y blanca entraba con el fin de recoger las hojas de mi diario, a pesar de mi notable oposición a esto. Algunos días me dejaban salir al jardín o al patio. Eran pocas las veces que pasaba esto, pero muy gratificantes porque podía hablar con otras personas que también vivían en la casa.
Algunas veces veía a mi madre en el cuarto. La veía, sin embargo, como era antes de la última semana de vida que tuvo, siempre alegre y llena de vida. Ella siempre hablaba conmigo cuando me sentía sola y me arropaba las noches que no podía dormir. Siempre me acompañaba cuando más la necesitaba, recordándome como yo no estuve para ella cuando más me necesitó.





lunes, 30 de septiembre de 2013

La inolvidable noche


Era un soleado viernes de diciembre. Se sentían las ansias del verano en el aire, era la última hora de clases y el colegio estaba silencioso. Sonó el timbre, todos salieron corriendo, armando un gran alboroto. Lo primero que hizo Carla al salir del salón, fue buscar a Brenda, su mejor amiga.Paseó su mirada entre el gentío y pudo reconocer al instante la colorida y llamativa mochila de Brenda. Se dirigió rápidamente hacia ella y la jaló a un lado.

Ya apartadas de toda la gente, comenzaron a hablar sobre sus planes de la noche. Era la primera ves que Carla se iba a escapar de su casa, mas no era la primera vez de Brenda. Camino a casa, Carla le seguía dando vueltas al asunto. Por un momento vaciló y pensó en quedarse en casa estudiando, como lo hacía normalmente. Pero la idea de su primera fiesta clandestina la cautivó por completo.

En su casa, seguía nerviosa pensando acerca del "crimen" que iba a cometer. Miró el reloj y ya eran las siete y media, debía actuar ya. Rápidamente, se vistió para la fiesta, se puso una bata encima y se metió a su cama. Llamó a su mamá y le dijo que estaba enferma. Ella le dijo que descansara y se fue, cerrando la puerta tras de ella. Carla esperó cinco minutos, los cuales se le hicieron eternos. Luego de comprobar que su madre ya no estaba cerca, sin hacer ruido alguno, caminó hacia la ventana. Una vez frente a ella, la abrió y escapó.

Al salir de casa sin permiso, se sintió preocupada. Sintió una angustia que nunca antes había experimentado. Pero esta se fue apenas vio a Brenda en el parque, con una sonrisa en el rostro. Ella llevaba un vestido azul muy atrevido, pero a Carla pareció importarle más la mochila que Brenda llevaba colgada al hombro.

Al ver a Carla, Brenda no pudo creer que se tratase de su mejor amiga. Estaba usando uno de los vestidos que le había prestado y sin duda se veía espectacular.Carla le pidió recomendaciones para encajar en la fiesta. Brenda tan solo sacó incontables "sets" de maquillaje y comenzó a arreglar a Carla. La maquilló como si se tratara de una supermodelo en un concurso mundial de belleza. Una vez maquillada, las dos amigas se dirigieron a la avenida a tomar un taxi.

Brenda parecía una experta en le tema, paró un taxi negro, grande y con un conductor joven. Se subieron de inmediato, sin siquiera preguntar cuánto les iba a cobrar. Con el corazón en la garganta, Carla respiró hondo y puso su mejor sonrisa a la par que el auto empezaba a avanzar.

Llegaron a un local grande y aislado. Brenda le pagó al conductor y ambas bajaron. Brenda le entregó los DNI falsos al guardia y entraron a la fiesta. Apenas entraron, fueron directamente al bar. Mientras Carla pedía agua, un apuesto chico le ofreció un trago. Como no tenía experiencia, se sonrojó y aceptó. Pasaron los minutos y se comenzó a sentir mareada. Carla intentó decirle al muchacho que no le diera mas alcohol, pero él la sacó a bailar.

Ya era tarde y Brenda buscó a Carla para volver a casa. Al encontrarla, esta se negó a volver y le dijo que se iría luego. Brenda no tuvo más opción que dejarla y se fue, dejándola sola con el galán.

Eran las siete y media de la mañana y el sol radiante entraba por la ventana. Carla despertó con un horrible dolor de cabeza y un horroroso aliento. Se sentó en su cama y todo su cuarto se movía al rededor suyo. Se fue al baño a lavarse la cara y cepillarse los dientes. Luego, se echó en su cama a esperar a que su mamá se levantara, mientras intentaba recordar cómo había llegado a casa. 

ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...


Por: Gabriela Galantini y Ariana Chávez 
Historias de Tabla:

El paño pasaba por la tabla de skate con firmeza, la lija brillaba y causaba dolor en los ojos de Nicolás. Se estaba alistando para ir a montar al parque, amarraba sus pasadores lentamente ya que le costaba mucho porque tenía un déficit de atención.
Cuando estaba a punto de salir su hermano menor Jimmy ingreso a su habitación y le pregunto si podía ir a montar con él, ya que Jimmy lo consideraba un ejemplo a seguir y todo lo que hace, él lo tiene que copiar.
Nicolás duda un momento ya que no creia que lo pudiera cuidar mientras estaba con sus amigos pero luego de una corta deliberación de 10 segundos acepta y le dice que se apresure porque tienen que regresar antes que lleguen sus papas.
Salieron de su hogar y comenzaron la corta caminata hacia el parque de patinaje. Cuando estaban a medio camino un chiguaga paso corriendo delante de ellos, este perro causo un silencio lúgubre ya que el perro de Nicolás el cual también era un chiguaga había muerto atropellado hace 2 semanas, muerte por la cual Nicolás se sentía culpable ya que él había dejado la puerta abierta, puerta por la que huyo el perro y murió.
Nicolás y su hermano se quedaron parados por 5 minutos porque creyeron que su perro, Ares, había regresado de la muerte y los estaba buscando.
Continuaron su caminata y llegan al parque de skate donde se encuentra con su pandilla, pandilla conformada por: Negrasho Perez, Dedroscar, Morenasho Álvarez, Benjon el loco peluca y el Oshmoshish. Ven un cartel en el que se está presentando un campeonato, cuyo premio son 1.000.000 dólares y un chiguagua, y deliberaron para ver si lo asían.
Jimmy: oe pe bro, debo ir a ese concurso para salvar el honor de arres, pe
Nicolás: no pe, no seas bravo, Ares está muerto, cuál es tu caucau?
Jimmy: yo ya toy grande pe respeta.
Nicolás: si pe
Se encimaron y pasaron por la puerta. Prepararon sus skates mientras hablaban entre sí. El concurso consistía en que el equipo que hace más puntuación por trucos ganaba. No se pueden bajare ambos pies del skate en ningún momento en caso de caída se descalifica al competidor. Miraron desafiantes a la banda contraria. La banda del salvaje avaro, cuya reputación era demasiado extrema para poder escribir, la competencia empezó. Era una batalla campal, los skates sonaban y benjon cae en la primera ronda quedando eliminado. Avaro pateo a Morenasho de su skate botandolo pero Nicolás había tirado a dos de los contrincantes. Estaba peleado.
Entonces, en el fulgor de la lucha, pedro vio una rampa libre y se dirigió hacia ahí. Pero fue derribado por el malvado Avaro. Solo quedaron dos, el grande y poderoso osh y el pequeño Jimmy, osh demostrando gran fuerza y velocidad, boto a tres más antes de ser eliminado por avaro. Solo quedaba Jimmy y se lanzó rápido como un rayo en dirección a una rampa dispuesto a realizar el legendario truco hardflip 360! Ese truco era mortal pero era la única forma de lograrla victoria.
Nicolás miraba impotente como pasaba todo y le vino a la mente la muerte de su perro por una negligencia suya, dijo no lo hagas! Pero ya era tarde, su hermano ya se había caído de 3 metros de altura.

Furioso, Nicolás se lanzó a realizar el mismo truco, en el camino se le cruzo Avaro pero de una mega patada lo derribo con un ímpetu digno de semi dios, en pleno estado de frenesí gritando como condenado en noche de brujas salto. Fue como si el tiempo se detuviera, callo, sintió un temblor en su pierna y recién sintió el dolor, sonrió y se dio cuenta que su hermano no estaba, se lo habían llevado mientras realizaba el salto. Se fue corriendo a la posta medica más cercana, allí encontró a su hermano vivo pero herido, le dio un fuerte abrazo a pesar de todo estaban muy felices. Por detrás aparecieron los dirigentes del concurso con los premios. El perro ladro muy fuerte, Nicolás sonrió con mucha felicidad.

Algo en la oscuridad

Adrián había llegado a su casa después de un largo día en la oficina. Camino hasta la entrada de su casa, y abrió la puerta. Todo estaba tan calmado, tan apacible. Sin embargo, sintió que alguien mas ocupaba su casa, una presencia paranormal que lo desesperaba sobremanera.

No estaba seguro de donde provenía aquella fuerza sobrenatural, por lo que procedió a caminar sin rumbo fijo por toda su casa. Fue primero a la cocina, a ver si allí se encontraba la respuesta a sus preocupaciones, pero no encontró nada. Algo confundido, se dirigió a la sala, pero al momento que estaba caminando por entre los muebles, oyó un sonido estrepitoso proveniente de su cuarto.

Quedo petrificado, no sabia si dirigirse escaleras arriba hacia su cuarto o quedarse en donde estaba, pero la curiosidad pudo mas y decidió subir. Cuando llego a su cuarto, vio que todas sus cosas estaban tiradas en el piso, como si un tornado hubiera pasado por allí y hubiera ocasionado tal desorden. Volvió a escuchar un sonido tremendo, pero esta vez no provenía ni del segundo ni del primer piso. Provenía de su sótano.

Fue primero a su armario a sacar su linterna, después bajo las escaleras del segundo piso al primero con bastante cautela, hasta que quedo enfrente a las escaleras que daban al sótano. Tomo una bocanada de aire para darse valor, se persigno con bastante fervor, y prosiguió a bajar las escaleras.

Bajo con bastante cautela, con cierto temor a lo que pudiera aparecer de repente en lo tenebroso de las sombras. Llego hasta la puerta, puso su mano en la perilla, la giro suavemente hasta abrirla muy despacio; y se adentro en la oscuridad total del sótano. No podía ver nada bien, por lo que se paraba tropezando con muebles, lámparas, baúles y demás aparatos domésticos que el tiempo los volvió obsoletos. Sin embargo reinaba un silencio total. Nada en absoluto parecía denotar algún indicio paranormal y a medida que avanzaba Adrián por la habitación, se convencía a si mismo de que todo era parte de su imaginación. Pero de pronto se oyó una jarra de vidrio reventar violentamente contra el piso, y de pronto las luces se prendieron.

-“SOPRESA!!”
-QUIEN ESTA AHÍ? ESTOY ARMADO….ohh jaja familia que sorpresa tan grande!
- Hijito feliz cumpleaños, creías que nos habíamos olvidado?

En efecto, casi toda la familia de Adrián se encontraba congregada en una mesa gigantesca pegada a la pared. Habian bocaditos, gaseosa, vasos descartables y en el medio una enorme torta.

Adrián se quedo un rato como pasmado. No sabia que era peor, si haberse encontrado con algún espíritu del mas alla, o tener que ser participe de la reunión tan monótona que se estaba llevando a cabo en su sótano. 


Integrantes: Stefano Migliori y Alejandro Olavarría

REALIDAD O SUEÑO

Liza se despertó de su típica siesta  de las seis de la tarde. Se incorporó, estiró sus  brazos mientras bostezaba. Luego buscó sus zapatos borde de su cama, se los puso rápidamente y caminó hacia su espejo.
Seguidamente arregló su rebelde cabello, notó algo extraño en ella y bajó la mirada hacia la parte baja de su abdomen, donde observó una protuberancia en él. Sintió como su corazón se detuvo, un escalofrío recorrió todo su cuerpo y de pronto un leve mareo hizo que casi se desvaneciera, así que decidió recostarse un momento en su cama.
Una vez recostada, trató de analizar lo que podía haber pasado, pero la angustia no la dejaba pensar. Tuvo solo leves recuerdos de una fiesta a la que había ido con si enamorado Sebastián, ¿Había pasado algo? No, eso era imposible, estaña completamente sobria como para poder haber perdido la conciencia.
Luego, pensó en su mamá, ella la mataría si se enteraba que existía la posibilidad de un embarazo a los 15 años de si hija.
Sintió el sonido de puerta abriéndose, seguidamente por la voz de su madre gritando su nombre, había llegado de sus compras. Liza corrió de prisa hasta su balcón para huir de ella, solo estaba a unos dos metros del suelo, así que posiblemente sobreviviría, con ayuda del árbol más cercano, llego al suelo, sintió la adrenalina pasar por sus venas, y se preguntó a donde podría ir ahora, y se le ocurrió ir en busca de su enamorado Sebastián.
Luego de correr rápidamente para que si madre no la viera, llego exhausta a la parada de buses, donde se subió al primero que llego, y mientas buscaba donde sentarse pudo sentir las mirada de la gente, no eran miradas cualquiera, eran intimidantes, como si hubieran notado su cambio.
Sin darse cuenta ya había llegado a la parada, la cual la dejaba a una cuadra del trabajo de Sebastián.
Al caminar desesperada tratando de calmarse, solo ganó ladridos de perros, sonidos de construcciones en proceso cláxones y miradas que la atormentaban y hacia qué casa músculo de si cuerpo se tense, le temblaban las manos, no paraba de sudar, pronto el llanto se asomó por sus ojos.
Llegó al taller de mecánica, tomo aire y abrió la puerta, pregunto por Sebastián pero todos estaban tan concentrados en lo que hacían que no le contestaron, hasta que logró visualizarlo detrás de un auto soldándolo. Corrió hacia él con desesperación y lo abrazó como si no lo hubiera visto durante largo tiempo. Él la miró desentendido, pero pudo notar que algo no muy bueno había pasado.
Antes de que Liza pudiera explicarle lo sucedido, entraron unos al taller tres hombres fornidos con armas de fuego y pasamontañas, parecían que el cuarto se había quedado en la camioneta, para esperarlos. Uno de los hombre comenzó a gritar el nombre del enamorado de Liza y cuando Sebastián se dios cuenta  que lo estaban buscando tomó a Liza en brazos y la metió a uno de los autos que estaban siendo reparados, él se sentó en el asiento del piloto, y le dijo a Ignacio más conocido como “el negro” que subiera en al asiento del copiloto, mientras ellos se acomodaban para partir, sus amigos atraparon a dos de los hombre.
De repente Liza grita atemorizada y señala la ventana de Sebastián, el voltea y se encuentra con uno de los hombre, el que no pudieron atrapar ya que comenzó a disparar, este le apuntó con un rifle en la cabeza y sin pensarlo tiró dos veces del gatillo y lo mató.
Liza solo lloraba, no sabía qué hacer, había matado al amor de su vida. Pudo ver como el asesino daba la vuelta al auto para llegar al sitio de ella, pero antes de que llegara, “el negro” abrió la puerta, salió corriendo y le pegó en la nuca con una llave inglesa que se encontraba cerca al él, y lo desmayó. Ignacio llegó a donde Sebastián yacía muerto,  lo sacó del auto, lo recostó en el suelo, con delicadeza y nervios a la vez mientras le decía un leve adiós, tomó su lugar en el auto para huir con Liza, antes de que el hombre se levantara.
Pisó el acelerador con toda la adrenalina en su sangre y la preocupación de ser acecinado. Mientras manejaba a la salida y luego a la carretera, Ignacio  recordó la casa de campo de sus padres que fue dada a sus tías, ya que estaba lejos del alcance de los policías porque habían tenidos unos problemas, por eso también siempre andaban armadas y juntas para así defenderse mejor.
Mientras Liza lloraba y miraba su barriga, se lamentaba de la muerte de Sebastián; Ignacio manejaba muy temeroso y fue peor cuando se dio cuenta que lo estaban siguiendo.
Al llegar al primer pueblo, los pobladores comenzaron a tirar piedras al auto, Liza con la voz temblorosa le preguntó al “negro” que porque hacían eso y él no le respondió, ella no volvió a preguntar creyó que era suficiente la tentación y presión que tenia ya que los hombres malos lo siguiendo. Ignacio se puso aun más tenso al pensar de qué podría pasar si sus tías no se encontraban en casa o no lo quisieran ayudar.
Aún así llegó al patio de la casa, había perdido de vista a la camioneta pero igual estacionó el auto lo más rápido que puedo, abrió su puerta, bajó lo más rápido que puedo mientras que gritaba “¡Liza baja del auto ahora!”, le abrió la puerta para que bajara, le agarro de la mano y corrieron unos tres metros para llegar a la puerta, esta era muy grande, de fierro y ancha, estaba entre abierta así que solo entraron, se encontró con sus tías, seguían igual de gordas, ellas se sorprendieron de verlo, se iban a para saludarlos pero él dijo:
-No se paren, ahí nomas, ¡deben ayudarnos!, unos hombres vienen en busca de nosotros para matarnos, ¡deben ayudarnos!..
- No te preocupes – dijo una de ellas – has venido al lugar correcto, María Teresa saca las armas, tu Pocha diles donde esconderse, esta vez no es la policía, es para ayudar a nuestro sobrino, ¡vamos hermanas muévanse!
Pocha llevó a Ignacio y a Liza, que no paraba de llorar, para que se escondieran en uno de los cuartos y María Teresa le dio un arma a cada uno. Pocha se escondió debajo la cama con Liza y el “negro” en el closet, sus otras dos tías estaban en el otro cuarto
El miedo, la adrenalina, la preocupación comenzó a llenar la casa, no sabían si iban a sobrevivir, y de un momento a otro se escuchó el toque de una puerta de madera, luego apareció una voz que decían muy fuerte:
-       Liza levántate, ya despierta, debes ir al colegio.


Hecho por: Renata y Sara 

domingo, 29 de septiembre de 2013

Que la Delincuencia Pase de Moda

Sonó el timbre de salida del colegio. Rocío se paró del asiento y se dirigió a su locker, encontrándose a Sebastián:
-¡Sebas!-dijo ella 
-¿Qué pasa?- le respondió un poco sorprendido Sebastián 
-¿Por dónde te vas a tu casa?- dijo Rocío
-Me voy caminando por Caminos del Inca- respondió 
-Hoy mi madre no me puede recoger, puedo ir contigo? tambien voy por ahí
-¡Claro que sí! puedo dejarte en tu casa ya que me queda de camino y luego voy a la mía- dijo Sebastián
-¡Gracias! En verdad tenía miedo de ir sola, tu sabes que Lima está peligrosa hoy en día...
Entonces,entre conversaciones, Rocío y Sebastián sacaron sus mochilas. Rocío preguntó:
-¿Hay tareas para mañana?
-Sí, hay tarea de matemáticas, previu y de antropología filosófica- dijo Sofía
-Asu, qué flojera, es mucho...- dijo Rocío resignada mientras habría su locker.
Entonces sacó todos los materiales respectivos y cerró con llave su casillero. Sebastián estaba esperándola en la puerta y ella le dijo:
-¡Espérame 1 minuto! ya casi acabo - cerrando su mochila y buscando su lonchera.
Rocío le da el alcance a Sebastián en la puerta y ambos se dirigen a las escaleras.

Bajando las escaleras,se encontraron al profesor Pinedo, quien iba subiendo, pero se detuvo para entregarle un comunicado a ella.
-Por favor, ¿podrías hacer recordar que tienen que firmar el examen de religión a tus compañeros?- dijo el profesor Rodrigo.
-¡Claro profe! Hoy lo publico en Facebook- contestó Rocío
Sebastián y Rocío se despidieron del profesor y continuaron su camino haciendo una competencia de quién bajaba las escaleras más rápido.
Llegaron al primer piso y Sebastían confesó:
-¡Asu! Casi me caigo... - dijo riendo
Rocío se burlo y le dijo que continuaran su camino o cerrarían las puertas.

Mientras cruzaban el pasadizo se escuchó por el megáfono:
-A partir de este momento, la salida es por la puerta #1, don Ricardo puede cerrar la puerta #3.
Pasaron por la sala de profesores, saludaron a la miss Niní y atravesaron rápidamente las oficinas de los subdirectores pensando que la puerta numero 3 seguiría abierta.Fue entonces que vieron cómo los alumnos que no habían sido recogidos tuvieron que ir a las mesitas del boulevard.
-Parece que tendremos que salir por la puerta numero uno - dijo Sebastían.
-Sí, ya fue todo, nos van a anotar- Respondió un poco desanimada Rocío
-No realmente, creo que es a la cuarta vez que te olvidas- mencionó el joven.
Se dirigieron a la puerta, en donde estaba parado el profesor Josué con su lista de aquellos irresponsables alumnos olvidadizos.
-Profe, olvidé mi tarjeta de salida- dijo Rocío con una sonrisa forzosa.
-Eh...yo también-añadió Sebastián.
-Esta bien chicos,pasen,pero les voy a tener que anotar en la lista- dijo el profesor Josué mientras escribía.
Entonces salieron del colegio, tenían un poco de hambre así que fueron donde el famoso "Pepe" y se fiaron una canchita, unos chifles y una gaseosa.
Empezaron a caminar, cuando se encontraron con la mamá de May-Ling,quién les sugirió que ella podría darles un "aventón" hasta el paradero.
Se subieron al carro de la mamá de May-Ling y se encontraron con Lixue,la hermana menor,quien les mostró su nueva botella de Coca Cola. Escucharon "Best Song Ever" hasta llegar al paradero y bajaron del auto despidiéndose y agradeciendo.

Estando en el paradero,vieron que la "S" se acercaba, así que revisaron si tenían el dinero para pagar el pasaje. Rocío se dio cuenta que no tenía sencillo. Sebastián dándose cuenta de esto, se ofreció a pagar por ella.
Entonces llegó la combi y Sebastían preguntó:
-¿Va por caminos del inca?
-Si suba suba- respondió el cobrador.

Se subieron y se sentaron. Conversaron hasta que  llegaron a la esquina de la universidad Ricardo Palma y se bajaron del transporte.
Entraron a Mc Donalds donde compraron una "Big Mac" para llevar. Salieron alegres y caminaron por el parque de la amistad y del amor. Cuando sintieron que alguien los miraba. Entonces Sebastían volteó para amarrarse los pasadores y vio una sombra negra.
Inmediatamente se paró y le dijo a Rocío:
-Apresura el paso Chio-
Al decir esto, el ladrón se dio cuenta de que lo habían descubierto y jaló la mochila de la chica. Sebastián reaccionando rápidamente, intentó atraparlo, al lograrlo,empezó a golpearlo fuertemente.
El ladrón,muy sorprendido,busca en su bolsillo y encuentra su navaja.
La saca del bolsillo y Sebastián se asusta y levanta las manos.
El ladrón muy molesto y sin pensarlo dos veces, decide apuñalar al jovencito.


Sebastián siente un dolor inmenso en su costado derecho, su corazón latía tan rápido del susto que no sabía que estaba sucediendo.Además,le duele mucho su cara pues sabe que el delincuente le ha golpeado mucho. Entonces pierde la noción del tiempo y el dolor se va intensificando cada vez más.
En eso escucha un grito de una mujer, el grito encerraba sentimientos de miedo, sorpresa,tristeza ; mientras que el ladrón se escapaba con la mochila de Rocío. Poco a poco los gritos van desapareciendo para Sebastián y la visión también.Rocío corre desesperadamente hacia su compañero para auxiliarlo,pero había demasiada sangre en el piso.Pensó que aún había posibilidad de que su amigo esté vivo pero al tocarle la yugular,no sintió pulso alguno y supo que ya no lo vería nunca más con vida.
FIN.
 
MAY-LING KONG 
LÍA SANTAMARÍA