domingo, 30 de abril de 2017

Cuento Fantástico: Funeral de culpa

Era un día nublado y lluviosos y ya era hora de ir al funeral. Salí de mi casa y mientras iba caminando a cada rato me preguntaba por qué estaba yendo¿debería ir? Si, era por mi propio bien- Continué caminando. A cada paso que daba, más me cuestionaba, pero muy dentro mío sabía que se lo debía.  Estas dos  cuadras al funeral las sentí como cruzar todo un desierto de soledad.
Al llegar al funeral, vi muchos rostros conocidos pero ninguno de ellos sentía lo que yo. Todos me estimaban por ser su mejor amigo pero empecé a pensar que no lo había sido.
Me acerqué al ataúd y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Me empezaron a preguntar si me sentía bien, respondí que sí, pero la verdad mi cabeza daba vueltas y sentía como si un fantasma entrara en mi cuerpo. Todo estaba frío.

Empecé a sentirme cada vez peor. Al término del funeral, todos se fueron retirando y se quedó solo la familia y yo. 
Al ver sus ojos llorando sentí que no podía más. Pero al voltear hacia el ataúd, la tapa estaba abierta y mi amigo se alzaba entre los muertos.
-¡Está vivo!.-Exclamé.
No me lo podía creer. Llamé a la familia y les conté. Mi amigo caminaba hacia mí. No pude evitar llorar. Entre lágrimas, muy arrepentido, le pedí perdón por haberlo matado. Instantes después me desmayé.
Cuando me desperté, estaba en una celda, era el peor lugar donde había estado. Pero me pregunté por qué estaba aquí si no había matado a mi amigo, él seguía vivo, pero un policía se acercó y me dijo:
- Sí lo mataste, él nunca se levantó, pero gracias a tu confesión se pudo demostrar con las evidencias que tú eras el criminal, el asesino.
Lleno de culpa, me desplomé por última vez.

El Ataúd

El Ataúd

Me encontraba en mi casa, como cualquier dia. Estaba apagando las luces para ya irme a dormir porque la mañana siguiente tenía el funeral de mi tía cuando de pronto sonó mi celular que estaba en la mesa. No le hice caso y seguí apagando las luces. Cuando ya había acabado, cogí mi celular y me dirigí a mi cama. Al ver el mensaje que me habían mandado, no lo podía creer. Era anónimo y decía que si no iba a tal dirección, iban a matar a mi mamá. No la pensé dos veces y salí corriendo hacia esa dirección. En el camino rogaba que no fuera demasiado tarde.

Cuando llegué, era una casa abandonada. Se veía muy tenebrosa y tenía todas las luces apagadas. Era de noche, por esa razón estaba todo oscuro. No había ni una sola casa alrededor que fuera habitada. Se sentía una sensación extraña que no podía explicar. Entre y grite: MAMÁ. Solo se escuchaba mi eco. Lo grité 3 veces y nadie respondía. Se podía escuchar murmullos pero no había nadie, o eso era lo que pensaba. Cuando de pronto, al final del pasillo se podía ver una pequeña luz. Con miedo pero decisión me acerque, lento pero seguro. Cuando llegué al cuarto en el cual había una luz prendida, no lo podía creer. Había un ataúd en medio de un cuarto rojo. No me atrevía a avanzar ni un solo paso. Tenía mucho miedo de que mi mamá fuera la que estaba adentro, muerta. Me quedé parado sin saber que hacer por varios minutos hasta que escuché algo que sonaba como una raspaba en el ataúd. Corrí hasta el ataúd y lo abrí. Era mi mamá y estaba viva. La abracé y no lo podía creer. Le empecé a preguntar cómo había llegado hasta ahí y lo único que me respondía era que quería ir a casa. La ayude a salir del ataúd y nos fuimos a la casa. Se notaba que estaba en shock. Nunca la había visto tan asustada y mortificada. Me daba mucha curiosidad saber lo que había pasado con ella en esa casa.

Después de un largo viaje, llegamos a casa. Aun alterado por los sucesos que habían ocurrido, lleve a mi mama a su cuarto y la deje descansar.A la mañana siguiente deje descansar a mi mama pero yo decidí ir al funeral de mi tía, quien había sido en verdad como una segunda madre para mi ya que había cuidado de mi de niño cuando mi mama tenia que trabajar. Al llegar al funeral me encontré con familiares a quienes saludé y di mis pésames. Camine hacia el ataúd para ver a mi tía por última vez, pero lo que vi al acercarme fue verdaderamente horrorizante. Vi a mi madre tendida en el ataúd. Estaba tan confundido. Pero si yo la había salvado! No sabia que hacer. Mire denuevo al ataúd para estar seguro de lo que había visto, pero al observar a este, vi que mi madre comenzó a levantarse. Lo que siguió nunca sabré porque salí corriendo hacia mi casa y no mire atrás.




Por: Paula López y Andrea Cuadros

sábado, 29 de abril de 2017

Cuento Fantástico: Lo Inexplicable de la Muerte

Lo Inexplicable de la Muerte

Me encontraba sin aire en una especie de cubículo. Todo se veía oscuro como la noche. La primera sensación que tuve fue intentar escapar, así que usé mí fuerza y di un golpe que rompió el cajón y me levante...

Me levante un día común y corriente para apagar mi despertador y ver que eran las siete de la mañana del quince de junio, y que estaba tarde para el trabajo. En ese momento mi vida era una completa desgracia. Mi ex esposa y yo nos habíamos divorciado, mis hijos y yo teníamos una mala relación, y para colmo me dirigía al trabajo para saber si me iban a despedir o no por mi bajo rendimiento.

Me dirigí, en mi auto, casi descompuesto, al trabajo. Cuando de repente se me nublo la mente, y me encontraba echado en una camilla. Estaba en un hospital y me llevaban a la sala de operaciones. Sentí entonces que mi alma se liberaba, y podía ver cómo me estaban ayudando para salvar mi vida, y como me encontraba en un estado de coma y mis familiares decidían desconectarme para que pudiera descansar en paz.

Después de un rato, me levanté y observé a mi ex esposa, triste y agobiada por mi fallecimiento. Ella se sorprendió al verme salir de un ataúd previo a mi funeral. Pero lo extraño es que me miraba como si fuera un desconocido, por lo que instantáneamente me dirigí a coger un espejo y verme a mí mismo. La sorpresa fue enorme al darme cuenta de que mi rostro había cambiado completamente. Sin embargo, me hizo pesar y darme cuenta de que Dios de un milagro me había dado la oportunidad de rehacer los errores que había cometido, lo que hubiera sido más difícil si lo hacía con mí antes de mi muerte.

Lo primero que hice fue disculparme con mis ex esposa, y decirle que me perdonara por y me diera una segunda oportunidad. Días después, mi ex esposa les comento a nuestros familiares que había regresado a la vida pero con una apariencia distinta, pero nadie le creía, intente acercarme a ellos con mi nueva apariencia pero todos me ignoraban, no obstante con el tiempo y una lucha constante por parte mía logre que mis seres queridos me volvieran a aceptar y ser la familia unida que fuimos alguna vez.

Redactado por: Diego Vega y Sebastián Arce        



jueves, 27 de abril de 2017

Vino Sabor a Traicion

Grupo: Sebastian Chaparro, Belen Palomino y Daniel Perez

Vino Sabor a Traición

La familia Maldini por muchos años conquistó los paladares de la alta clase de la ciudad de la moda italiana, Milan. La empresa, dirigida por el magnate Don Paolo Maldini, llevaría el nombre de "Milano Gusto Rosso". Estos eran los vinos con la mejor calidad en Milan y con una gran fama internacional! Pero habría un cambio de dueño muy pronto, ya que el actual tenia los días contados. Un cancer terminal acabaría con los días de Paolo Maldini, dejando como jefe de la empresa a su hijo mayor, Gerardo Maldini.

Esto, sin duda, causaría un disgusto  en el hijo menor de Paolo, Gianluca ya que había sido la persona que mas tiempo había pasado con el en sus últimos días. La codicia se apoderó del corazón de Gianluca y ocupo todo el espacio que tenia su familia en el. Esta codicia llevó a Gianluca a no pensar con claridad.

El día del funeral, Gerardo estaba llegando al borde de la depresión y el insomnio, confundiendo la realidad de un sueño. Toda la familia y amigos estaban presentes en el funeral de Don Paolo, Gerardo empezaba a sentirse peor, hasta llegar a marearse y sentirse demasiado liviano, Gerardo llegó a pensar que solo era cansancio por el sueño, pero de repente vio algo que lo dejaría impactado, su padre empezó a salir del ataúd mientras le recriminaba a Gerardo "¿Hijo, por qué no me ayudaste?". Gerardo pensaba que era un sueño, pero empezó a ver al resto de personas con lass caras putrefactas y cadavéricas, por lo cual gritó y toda su vision se volvió totalmente negra.

Lo siguiente que recordó Gerardo, fue despertar en el cuarto de un hospital, la enfermera le explicó que había actuado de manera peculiar en el funeral de su padre, llegando a desesperarse, tirándose sobre el ataúd de su padre y llegando a gritar "perdón papa!". Gerardo no entendía, pero la enfermera le explicó que estaba bajo el efecto de drogas alucinógenas, pero esto era imposible, ya que Gerardo no consumía drogas. Mas tarde, cuando se le dio de alta en el hospital, la empresa Milano Gusto Rosso decidió que no era la mejor decision darle el cargo  de jefe a Gerardo si es que tenia un problema de drogas, dejando el cargo a la segunda persona dentro del testamento, Gianluca Maldini.

Gerardo logro conectar todo, Gianluca aprovechó un momento dentro del funeral para poner drogas alucinógenas en su bebida, con el único objetivo de quedarse con la empresa. Gianluca había traicionado a su propia hermano para quedarse con el Milano Gusto Rosso!

Fin.




Costal de tristes recuerdos


-Hermano,¡Qué bien que despertaste! Vamos a desayunar.
-No, ahora no. Aún no me siento bien después de lo del funeral.
-¿Estás seguro? Los médicos dijeron que te encontrarías perfectamente. Los medios dicen que se trató de un verdadero milagro.
-Ahora no me fastidies con eso, solo quiero descansar.
¿Es él?¿Realmente es él? Desde ese día que despertó y abrió ese ataúd, siento que verdaderamente él desapareció y comencé a vivir con otra persona. Físicamente es mi hermano, pero sinceramente no siento que sea él.

Necesitaba despejar mis pensamientos. Me dirigí al que solía ser el lugar favorito de mi padre, el estudio, que pasó a ser de mi hermano. Llegué, y me desplome en el sillón sin apartar la mirada de la fotografía de mis padres, “cómo los extraño” me decía a mi mismo. El despertar de mi hermano, por más irónico que pareciese, sólo había hecho que me sintiese más solo.

Me disponía a encender el computador y me di cuenta de algo muy extraño. Un cajón, que había permanecido cerrado desde la muerte de mis padres se encontraba abierto. Me puse a revisarlo y de alguna manera me sentí nervioso. Encontré desde viejas tarjetas de crédito hasta unas cuantas monedas antiguas. Pero lo más curioso fueron unos recibos que aparentaban ser recientes. Me dispuse leerlos. El que más llamó mi atención fue uno de un viaje desde Perú a Ecuador. No obstante, me sorprendió aún más encontrar en el reverso anotada la dirección de la casa en Ecuador de unos tíos lejanos, la  misma que solíamos frecuentar en las vacaciones. Luego de una exhaustiva búsqueda, encontré más recibos acerca de la compra de un carro e inmuebles con destino a esa misma dirección. No había duda que algo estaba pasando en esa casa. Así que me dispuse a iniciar un viaje. 

La casa es un lugar agradable, fue buena la idea del cambio de ambiente. La vida con mis tíos es distinta y extrañamente acogedora, más me siento mal por haber dejado a mi hermano. Espero que lo entienda, ya que es algo que debía haber hecho.

Ese día me sentía muy mal, me sentía abrumado y frustrado; era el momento una decisión para cambiar mi vida. Mi padre siempre me hablaba de la existencia de una persona igual a ti que vive en la otra parte del mundo. Esos supuestos “viajes de trabajo” verdaderamente los usé para ir por el mundo y buscar a mi otro yo, hasta que finalmente lo encontré. Es curioso que él fuese tan pobre, viniendo yo de una familia con mucha influencia y adinerada. 

Después de arreglarlo todo y darle aquella píldora que detendría su corazón por varias horas, supe que no había marcha atrás. Mientras todos estaban en el funeral, escapé, espero que no sospechen de nada. Al final, todos salimos ganando; sobre todo, mi “otro yo”, que ahora tiene una vida en la mansión.

Me siento a gusto. No me arrepiento de nada, aunque vivo lejos de mi hermano. Soy más feliz aquí que en aquel costal de tristes recuerdos al solía llamar hogar. 




Por: Gonzalo Silva y Gustavo Larrea

miércoles, 26 de abril de 2017

Cuento Fantástico: Hora de Partir

Me desperté una mañana tranquilamente y me dirigí a la cocina donde mis padres estaba preparando el desayuno. Me pareció raro no ver a mi abuelo, pues el suele levantarse temprano.

-¿Y mi abuelo?- pregunté.

- Aún no se levanta. Anda a su cuarto para ver si esta despierto.- me dijo mi madre.

Apenas acabé el desayuno, llamé a mi abuelo. No tuve respuesta. Fui a su cuarto y no pude creer lo que veía. Estaba tirado en su cama y no roncaba, como usualmente lo hacía. Temí lo peor. Llamé inmediatamente a mis padres. Mi padre pegó su cabeza a su pecho para ver si respiraba. Después de unos segundos. me miró con una cara que confirmaba lo peor.

Todos estábamos llorando, sin poder terminar de asimilar lo que había sucedido. Yo pensé que estaría preparado para este momento, ya que mi abuelo sufría muchos problemas de salud, pero cuando el momento llego, me di cuenta que no lo estaba.

Al día siguiente, toda mi familia se encontraba en el funeral. Estábamos muy tristes, pero sabíamos que había fallecido por causas naturales al ser mayor, lo que nos tranquilizó.

Me acerqué a su cuerpo para mirarlo por última vez y ahí es cuando note algo que me dejó perplejo. Su pecho se movía muy delicadamente, como si apenas estuviera respirando. Pero traté de disimular mi desconcierto, pues la ceremonia del entierro estaba iniciando.

Lo siguiente fue demasiado extraño. Cuando se estaba bajando el ataúd, se comenzaron a escuchar sonidos provenientes de dentro. Los sonidos se hicieron muy evidentes, parecían los de un hombre que se ahogaba. Entonces, se abrió el ataúd. En medio de la desesperación y sin entender lo que acababa de suceder, me di cuenta que su hora de partir aún no había llegado. Mi abuelo estaba vivo.

Por Alonso Palacios, Octavio Butrón y Joaquín Gómez.

martes, 25 de abril de 2017

Cuento Fantástico: El Cura

Me encontraba en mi carro, camino hacia el funeral de Wilheim Schwartz. Era mi primera ceremonia religiosa luego de haber sido ordenado sacerdote, así que me encontraba muy nervioso. Solo me podía concentrar en no equivocarme y regresar a monasterio. Tomé una pastilla para tranquilizarme.

Bajé del carro, y me dirigí a la maletera para sacar mis pertenencias. Al cerrar la puerta, vi a dos pequeños niños que se veían muy angustiados e inquietos. Ignoré el hecho, porque seguía concentrado en la ceremonia que tenía que dar.

Me alisté y fui rumbo a lo que sería la tumba del joven, donde se encontraban sus familiares y unos pocos amigos, esperando a que su cadáver sea enterrado. Procedí a empezar la ceremonia, pero había algo que me desconcentraba. Los pequeños niños no paraban de murmurar entre ellos. Puede aguantar el ruido unos minutos, hasta que mi paciencia no dio más y tuve que parar la ceremonia para hablar con los niños en privado y pedirles su silencio. Los llevé a un costado y le pregunté a uno de ellos - ``¿Por qué hacen tanta bulla? ¿Qué no respetan a su difunto amigo? - Se quedaron callados unos segundos, hasta que uno de ellos respondió - ``Él no debió... Él no debió morir.´´ - No comprendí. El otro añadió - ``Él era el siervo del jefe. El jefe prometió que no moriría.´´ - ``¿A qué se refieren? ¿Qué tonterías hablan?´´ - Respondí - ``El jefe dijo que resucitaría al tercer día de haberlo sacrificado y ya lo van a enterrar. No quisimos matarlo.´´ - ``¡Él nos prometió libertad!´´ - Añadieron. No podía procesar toda esa información.

Volteé la cabeza para ver el funeral. No había absolutamente nada; no había ningún ataúd, ningún arreglo floral y ninguna persona. En su lugar, estaba Wilheim, parado y mirándome fijamente a los ojos. Giré para dirigirme a los niños, pero ya no se encontraban ahí. Busqué con la mirada, pero no estaban. Solo estábamos Wilheim y yo.Lentamente se fue caminado hacia un bosque. Ese fue el último día que lo vi, pero todos los días pienso en él en mi pequeño cuarto en un asilo psiquiátrico

Cuento fantástico: Carta suicida


Informe n° 10458

Sujeto: Lucas Aguirre
Edad: 32
Trastorno: Claustrofobia
Causa de muerte: Paro cardíaco
Fecha: 11/05/1930
Hora de muerte: 13:13

Ese día fue el peor de mi vida. Mi esposa decidió dejarme y yo como siempre decidí ahogar mis penas en el alcohol, en vez de ir a buscarla y pedirle perdón. Mi amor por ella era inmenso, pero siempre lograba decepcionarla. Cuando ya iba a la mitad de la botella de whisky, un hombre me llamó y me comunicó una noticia que ya me era común: un hombre había muerto. Esta noticia ya casi no provocaba ningún sentimiento en mí. Opté por terminarme el resto de la botella y dirigirme hacia la casa del fallecido caminando. Cuando llegué a dicha casa descubrí que el hombre era un típico padre de familia. Los hijos lloraban en la cocina, mientras la madre desconsolada me mostraba el cuerpo de su querido esposo. Siguiendo la rutina, lo revisé y escribí el conocido informe. La Sra. Emilia me invitó al velorio de su esposo, iba a ser en 2 horas.
Decidí aprovechar este corto tiempo para seguir con mi adicción. Después de un par de copas perdí la noción de la hora y me quedé dormido. Al despertar, me di cuenta de que faltaba poco tiempo antes que cerraran el velatorio. Fui primero a mi casa a arreglarme y vestirme, y al verla tan vacía, la nostalgia regresó. Me encaminé hacia el velatorio y al llegar vi cómo la familia ya estaba saliendo de este. Me acerqué y me disculpé por mi tardanza, me excusé diciendo que me habían llamado por otros casos.  Me quedé hablando con la Sra. Emilia y sus hijos durante un tiempo.
Cuando me estaba despidiendo, escuché un suave golpe, y luego otro. Los ignoré, ya que creía que eran un producto de mi embriaguez, hasta que la viuda Emilia me preguntó, con la voz cansada y rota, si había escuchado un ruido proveniente del velatorio. Decidimos regresar a este, destapamos el ataúd y encontramos algo impactante. El cuerpo se encontraba en una posición distinta de la que estaba antes y en su rostro se mostraba una mirada de terror. Todos estaban confundidos y aterrados, pero solo yo sabía la verdad: había hecho mal el informe, había matado a Lucas Aguirre. Esta es la principal razón por la que estoy haciendo, por la que escribo esta carta. Ya no soporto la culpa.

Siempre te amaré Elisa,
Dr. Jano P.