sábado, 28 de septiembre de 2013

Alfred y su alocada aventura en el baño

Por: Daniel Wong y Oscar Ortega

Alfred se despertó, como todos los días, después de una noche muy alocada. Rápidamente se paró de su cama y se agachó para buscar sus pantuflas que estaban debajo de ella. Se las puso y dio cinco pasos en dirección al baño de su cuarto. Abrió la puerta e ingreso al baño. Ya adentro se desvistió lentamente, pensando en lo que tenía que hacer más tarde en su nuevo trabajo. Se metió a la ducha, y ahí giró la llave de agua caliente, sin darse cuenta. Instantáneamente, un chorro de agua cayó a sus bellos ojos de color azul. Esto ocasionó quedará un grito al cielo. Fue un grito intenso. Como sintió un gran ardor en los ojos, perdió la estabilidad y la visión, por ese instante. Al perder el equilibrio, trato de aferrarse a la cosa más cercana. Desafortunadamente, la mano del joven tocó la jabonera y esta se cayó. Como el piso se puso resbaloso, Alfred, quien ya había perdido el equilibrio, trato de recuperarlo apoyándose de la pared mojada. Sin embargo, no pudo evitar caer al resbaloso piso.
La querida madre de Alfred, al escuchar los gritos de Alfred hace unos segundos desde el escritorio, se paró de su silla y empezó a correr lo más rápido que pudo en dirección al baño. En el camino al toilette, tropezó con una muñeca de su hija menor, una Monster High. La acción de caer le dolió mucho, sin embargo, ella, al estar tan nerviosa por el alarido de su querido hijo, se paró fugazmente. Ni se preocupó del dolor. Siguió corriendo con toda su alma hasta que llegó al cuarto de baño.
Giró la manija y empujó la puerta fuertemente, para suerte suya, no estaba asegurada con llave. Al ingresar, vio el agua que aun corría por la ducha teñido de rojo. Se puso a llorar de miedo, pues creía que su retoño había perdido la vida. Aún sollozando, moqueando y lamentándose por el poco tiempo que compartió con su hijo en su vida, juntó su boca con la de Alfred y empezó a darle respiración boca a boca, pensando que así podría devolverle la vida.
A pesar que lo hizo apresuradamente, la respiración boca a boca surgió algo de efecto, por lo que continuó haciéndola. Ella fue una enfermera practicante cuando era joven, por lo cual tenía algunos conocimientos guardados. El efecto de este método curativo fue eficaz al inicio, sin embargo, esta se fue yendo conforme iba avanzando el procedimiento, tal vez por los excesivos nervios de la madre.
En su habitación, Mariela cogió su celular iPhone 5S de su cartera Louis Vuitton, y velozmente empezó a marcar el número telefónico del establecimiento médico más cercano, mientras continuaban cayendo lágrimas de mejilla. Por lo tan desasosegada que estaba, no pudo evitar que el producto de Apple se le resbalara de las manos. El Smartphone cayó estrepitosamente al piso. Ella lo recogió al instante y trató de marcar nuevamente el número telefónico, pero se percato que ya no funcionaba. Desesperada y con toda la tensión, decidió correr hacia el teléfono fijo.
En el camino hacia el teléfono fijo, en las escaleras, se tropezó violentamente, ya que perdió la estabilidad porque estaba con tacos muy altos. Cayó al piso de cara, y rápidamente se puso a gritar de dolor. De pronto, vio sangre en el piso. Se había roto la nariz. Esto hizo que gritara aún más, y con mucho más volumen, a la vez que salían innumerables lágrimas de sus ojos color azul.
La vecina de los Frankfurt, doña Martínez, al escuchar los atroces gritos de su vecina Mariela, no dudo y en un segundo se paró de su cama, se puso sus sandalias y cogió el teléfono de su mesa de noche para marcar el número de los policías. Pensó que habían entrado malhechores a robar en su casa.

Los policías eventualmente llegaron a la casa de los Frankfurt. El comisionado Gordon toco el timbre. Estuvo esperando mientras pensaba en su hijo, Benson Jonathan, que acababa de nacer hacía apenas 3 horas. Al ver que nadie le abría la puerta, tomo la drástica decisión de patearla. La puerta cayó en pedazos. El comisionado Gordon y su escuadrón corrieron fugazmente hacia el comedor, lugar del cual doña Martínez había escuchado la bulla. Efectivamente, ahí se encontraba tirada la Sra. Frankfurt, con el tabique roto y manchada de sangre, boca arriba y aparentemente sin vida. El paramédico que los acompañaba fue rápidamente a auxiliarla y, a simple vista, corroboro lo pensado inicialmente. Dijo que estaba muerta. Además del tabique roto, se había roto la cabeza y se desangro. Finalmente, los policías empezaron a dar un recorrido minucioso por la casa. Todos estaban muy atentos, inspeccionando en todo lugar posible. Llegaron al baño y ahí vieron al cuerpo de Alfred, que yacía tirado y sin vida, en la ducha ensangrentada.

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