El día de la fiesta de Marina, ella se
levantó a las 6:30 de la mañana muy ansiosa. Fue directo a la cocina y con su
madre, Estrella, pegaron un grito, pues habían esperado mucho ese día. Tomaron
desayuno mientras hablaban de las actividades a desarrollar ese día.
Inmediatamente después de desayunar partieron a recoger el vestido. Marina era
la única hija de la familia del Mar, conformada por sus padres, Estrella y
Ariel, Marina y sus hermanos gemelos menores: Patricio y Erick.
Esa mañana, Marina se sentía muy mareada
a causa de sus nervios. Arenita, la que le confeccionó el vestido, se lo
entregó y le dijo que iba a ser la quinceañera del año. Agradecida por el
comentario vuelve a casa y espera la noche. Llegada la noche, empezaron a
llegar los invitados con altas expectativas de la fiesta, ya eran las 11:30
p.m. cuando todos estaban aplaudiendo, pues Marina bajaba por las escaleras. Se
veía muy resplandeciente y arreglada. Su gran sueño se estaba haciendo realidad
y de la mejor manera. Después de la realización del protocolo, comenzó la
verdadera fiesta. Todos la estaban pasando de maravilla bailando y cantando,
cuando de pronto se apagaron todas las luces y se escuchó un disparo. Todos los
invitados salieron de la casa corriendo y gritando a excepción de marina y su
familia. La madre muy preocupada y nerviosa decide llamar a la policía mientras
el padre sale a calmar a los invitados. A la media hora, dos policías llegaron
rápidamente y empezaron a investigar, uno buscaba pistas y el otro anotaba lo
que veía. Por otro lado, Marina solo podía pensar en lo que sus amigos dirían
de su fiesta. Los policías bajaron escalera por escalera hasta llegar al sótano
donde buscaban pistas, huellas, etc, pero se encontraron con algo mucho más
grande, un cadáver.
En el horno donde cocinaban Pepe y Ramón
los bocaditos para la fiesta, se encontraba un cuerpo muerto con una bala
encajada en la frente. Llamaron a Estrella para que pudiera identificar al
muerto. Sin embargo, lo único que lograron fue el desmayo de esta. El policía
preocupado le dijo a Ariel que nadie moviera nada en el sótano, pues traería a
más policías y fiscales para que lo ayudaran a encontrar más pistas. Se fue
diciéndole que en diez minutos traería a tres patrullas. Pasada una hora, Ariel
consternado decide llamar a la comisaría. Martha la administradora le pregunta
con qué le podía ayudar y Ariel le explica la situación y que le prometieron
tres patrullas y que ya había pasado una hora. Martha le dice que no había
ningún expediente sobre su caso, ni siquiera registros de la llamada pero que
ya le enviaba las tres patrullas. A las dos de la mañana, mientras Marina
pensaba cómo disfrazar lo sucedido, tocan la puerta, eran las patrullas prometidas.
Mientras trataban de entenderse, se dan
cuenta de que los policías no habían recibido la primera llamada de Ariel e
inteligentemente Erick pregunta:
-
“¿Y entonces con quién
hablaste la primera vez papá? ¿Y si nadie recibió tu llamada como se enteraron
los otros dos policías que debían venir?
Los fiscales sabiamente y por experiencia
sobre todo deciden correr hacia el lugar del crimen y cuando llegan, todas las
pistas habían desaparecido incluyendo el cadáver. El policía Hagen se queda
quieto al ver esto y dice a todos que han caído en la trampa. Los supuestos
primeros dos policías se convirtieron en los principales sospechosos, pero sin
pistas no podrían declararles culpables, ni siquiera podrían interrogarlos.
Serían inocentes civiles ante la sociedad.
Camila Liendo
Loreana Moncada
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