Desperté
agotado. Me pesaban los ojos. Mi lengua estaba reseca. Me levante con
dificultad, y una vez parado, abrí los ojos. Veía las costas de los que parecía
ser una isla. Mire al otro lado: había un bosque frondoso. Revise mis
bolsillos, todo se había ido. No sabía cómo había llegado aquí, ni que había
pasado con mi familia. ¿Habrán sobrevivido? ¿Estarán muertos? Solo Dios lo sabía.
Por
mi cabeza rondaban miles de preocupaciones, cuando me cuenta de la terrible
verdad: Estaba perdido en una isla tropical. No sabía que hacer. Mi garganta ardía,
necesitaba agua lo mas rápido posible. Corrí hacia el mar y estabas dispuesto a
beber de allí. Esto fue hasta que me di cuenta que era agua salada, lo que me volvería
mas sediento. Necesitaba otra fuente de agua, y por ello decidí explorar la
jungla.
Empecé
a caminar en dirección por la senda que marcaba los cocoteros, sin tener alguna
noción del tiempo. Estaba descalzo, por lo que insectos me mordían los pies y
se alimentaban de mi sangre. Me quedaba sin energía. El sol estaba en su punto más
alto y mi sed aumentaba. Mi cuerpo estaba por rendirse cuando escuche lo que
parecía der sorbos. Me calle, ya que quería saber de dónde provenía ese dichoso
ruido. ¿Podría ser otro ser humano? ¿Podría ser un animal? Quizás, ¿todo era
fruto de mi imaginación?
Di
tres pasos y pude verlo, tomándose lo que podía ser mi salvación. Era un ave de
majestuosa plumaje multicolor, con un pico brilloso y ojos verdes. Me acerque
lentamente a él, procurando que mis pasos sean silenciosos. Di dos pasos y me
dispuse a tomar el agua de coco. De repente, el pájaro comenzó a aletear
furiosamente, causándome un gran susto. Como el pájaro estaba dispuesto a
atacarme, decidí calmarlo con mis palabras:
-¡Tranquilo
amiguito!- le dije.
En
ese momento el loro comenzó a pronunciar la siguiente frase:
-¡Alerta!
¡Alerta! ¡Larry! ¡Larry!
Ello
me dejo sin palabras. ¿Cómo aprendió esas palabras? ¿Habían otros humanos en
esta isla? ¿Quién era Larry?
Después
de meditar un momento, decidí quedarme con él. El podría ser mi única esperanza
para encontrar a otro humano. Estire mi brazo y, sorprendentemente, el ave se
paro sobre él. Tomamos un poco de agua de coco y empezamos a dormitar.
Desperté
repentinamente por lo que parecía ser un trueno. Cogía al ave y comencé a
correr sin dirección. Di tres pasos y tropecé. Me costó levantarme, pero cuando
lo hice, la vi. Un agujero en medio de un monte que parecía ser una cueva.
Llegamos a esta en cinco segundos aproximadamente. Al llegar la tormenta se
enfureció aun más. Por lo menos, estábamos a salvo. Pasamos la noche en la
cueva sin percatarnos de lo que había dentro.
Al
despertar, no encontré al ave a mi costado. Me levante con dificultad y pensé
que se había ido. Di un par de pasos y salí de la cueva. Una vez fuera, grite
el único nombre que se me vino a la mente:
-¡Larry!
¡Larry!
Luego
de gritar por segunda vez, escuche un aleteo que venía de la cueva. El ave
respondió a mi llamado, por lo que decidí ponerle ese nombre. Vi de donde vino
Larry cuando se paro en mi hombro, pude ver lo restos del que pudo haber sido
una fogata. Camine lentamente en dirección a la zona, mientras pensaba en lo
afortunado que sería si esos rastros me indicaran que otros humanos podrían
estar pisando las mismas tierras que yo. Al llegar me agache con tranquilidad y
esparcí las cenizas que delataban lo que realmente fue en el pasado: una
fogata. Empecé a respirar con dificultad ya que sabía que las probabilidades
que sobreviviese aumentaban mas de lo que esperaba en 5 cortos segundos. Cuando
en ese preciso instante se me entro a la cabeza que los seres que me estoy
imaginando fueran civilizados o en el otro caso, caníbales.
La
idea de cazar no me sirvió para olvidar el terror que reinaba en mi para los
seres que aun no conocía. Las 2 vizcachas, 5 cocos y el venado, calmaron
enormemente el hambre. Larry empezó a juguetear con la corteza de los cocos,
bebiéndose hasta la última gota. Me levante con bastante dificultad y llame a
mi loro. Luego, salimos de la cueva y divise a lo lejos una cortina de humo
negro. Tan pronto la vi, supe que había alguien mas en la isla. Corrí lo más
humanamente posible. Mientras corría, por mi mente pasaba solo una palabra:
supervivencia.
No había
rastro de vida. Después de revisar toda la zona, solo encontré cabañas de paja vacías.
Solo pude encontrar algo útil en el
centro de la aldea. Ahora estábamos sentados frente a un pozo de agua
dulce, rodeado de animales que podrían haber sido sacrificados en el altar de
fuego. Larry y yo aprovechamos el agua dulce y los restos de animales
rostizados para satisfacernos. Solo cominos un bocado, cuando en ese preciso
instante escuche un leve zumbido que venia del cielo.
Era
un helicóptero que se acercaba a una velocidad increíble. Larry no pudo
soportar el ruido. Se acurruco contra mi (lo que para mi fue un símbolo de
despedida) y se fue volando. Vi como sus pequeñas alas subían y bajaban al
ritmo del sonido del helicóptero mientras desaparecía dentro del bosque. No podía
perder a mi único amigo, el que me mantuvo cuerdo y seguro durante mi odisea.
En mi mente solo pensaba que mi rescate, mejor nunca hubiera llegado, pero sabía
en el fondo que quizá ya no pudiese sobrevivir más de dos días en esa isla. El helicóptero
descendió y aterrizo al frente mío. Mire la estructura de metal y no pude
contener el llanto, al segundo se abrieron las puertas y descendieron dos hombres
corrieron en mi auxilio, tras cinco pazos, los hombres me cargaron con
delicadeza y me animaron a caminar. En el camino solo pensaba en mi pájaro.
-¡Larry!
¡Larry!- grite con todas mis fuerzas. Gire la cabeza y vi a mi animal parado en
el borde del pozo con lo que parecía ser su esposa. Mis lágrimas no paraban de
salir hasta que quede inconsciente.
Brady Menéndez y Gonzalo Hervias
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta, ¿Sí?