sábado, 21 de septiembre de 2013

Ingrid Farret

Ingrid Farret

Ingrid Farret despertó un poco mareada.
-Debe ser el bebé-pensó
Sintió entre sus piernas algo cálido, y se sentía entumecida.
-No de nuevo, por favor.-dijo desesperada
Levantó las sábanas con sus frías y temblorosas manos, y por tercera vez en el año observó cómo la sangre se expandía lentamente y la vida que consigo llevaba, se esfumó también.
Como por instinto, se paró lentamente y con dificultad, se dirigió hasta el baño, se miró al espejo y se lavó la cara sintiendo el alivio  del agua y la amargura de las lágrimas.
Se reincorporó y regresó a la habitación sacando las sábanas ensangrentadas, sin dejar rastro. Sin intención alguna, Ingrid Farret pudo sentir la incontrolable ira que se generaba en todo su ser.
-Todo es tu culpa-reclamó
Sujetó al inconcebido y sin piedad alguna lo arrojo a una caja.
-¿Y ahora qué?-pensó
-Solo ha pasado un mes, de seguro no se dará cuenta-se dijo a ella misma.
Ingrid Farret, apoderada de la locura, se dirigió al bosque con una caja y sábanas ensangrentadas, quemando el último recuerdo de su hijo no nacido.
Hugo Farret entró a su casa tranquilo como siempre, pero con esa dura mirada. Se dirigió a su esposa con un beso y una caricia en su vientre.
-¿Cómo está el pequeño?-preguntó
-Con antojos-dijo ella mostrando una pequeña sonrisa.
Ambos sonrieron y Hugo Farret decidió llevar a su querida esposa a cenar. No era de sorprender, a pesar de su duro carácter, la había consentido en todo lo posible desde su primer embarazo.
Al día siguiente, Ingrid Farret se despertó muy temprano, se despidió de su esposo y se dirigió al pueblo; estaba en busca de su primo.
-No recordaba este lugar-pensó ella
Se dirigió a la hermosa casona y se quedó parada en el porche por un momento.
-Voy a hacer esto de una vez-dijo ella
Tocó la puerta tres veces y esperó. Después de esperar un par de minutos, la puerta se abrió lentamente y se asomó Roger Canville.
-¿Qué haces aquí?-dijo él
-¿Así saludas a tu prima, después de todo lo que ha hecho por ti?-dijo ella
-¿Alguna vez podrás olvidar el pasado?, pasa y siéntate-dijo él-Voy a preparar té.
Ingrid Farret se dirigió a la sala principal y contempló la hermosa estructura del lugar.
-Veo que te gusta-dijo él sirviendo el té
-Claro que sí, mi esposo se esfuerza en todo lo que hace-respondió con una sonrisa maliciosa.
Se sentaron y se podía percibir un aire de tensión.
-Ya, en serio, ¿qué haces aquí?-dijo Roger Canville rompiendo el silencio
-Voy a decirte esto sin rodeos, vengo a hacer un trato-dijo ella después de tomar un sorbo de té.
Tottenham estaba iluminado por el cálido sol de verano y la brisa acariciaba el hermoso jardín de los Farret. Hugo se quedó contemplando cómo su hijo daba sus primeros pasos. Por primer vez, irradió ternura y felicidad en sus ojos.
Ingrid contempló la escena de su hijo aprendiendo a caminar con su esposo cuando el terrible recuerdo que escondía se apoderó de su mente.
-Si no lo hubiera hecho, él me hubiera abandonado-pensó ella.
-Vengan adentro querido, el almuerzo ya está listo-dijo ella
Hugo y su hermoso niño se dirigieron al comedor, donde una deliciosa merienda los esperaba.
-Gracias por todo-dijo él
Es así como Ingrid Farret dejó atrás el morboso acto que cometió con su primo por temor a ser abandonada.

Pasando una hermosa tarde, los Farret vivieron felices para siempre.

-Por Carolina del Pozo y Marisol Chang

1 comentario:

  1. Es un cuento triste, pero interesante. El final el inesperado.

    ResponderEliminar

Comenta, ¿Sí?