lunes, 1 de mayo de 2017

Cuento Fantástico: Ataúd vació

Me levanté de mi cama sudando frió. No sé qué es lo que me sucedía. Había escuchado 
ruidos extraños en el primer piso. Bajé las escaleras sigilosamente y vi un hombre cuya apariencia me resultaba muy familiar.  De repente el hombre me miró fijamente y subí corriendo a mi habitación y cerré la puerta...

Me metí a mi cama tratando de olvidar lo que acaba de suceder. Cuando estaba a punto de dormirme, alguien comenzó a tocar la puerta... me encontraba muy asustado y de repente la puerta se abrió... era mi padre y me preguntó si me encontraba bien y si todo estaba en orden ya que me había escuchado gritar. 

- ¿Papá estuviste en el primer piso? le pregunté
- No, estuve durmiendo en mi cuarto y escuché tu grito y que tu puerta se cerraba fuertemente.
- Es que escuché un ruido extraño, baje a ver que era y me pareció haber visto un hombre que me miraba fijamente. 
- No te preocupes hijo, sé que estás afectado por el fallecimiento de abuelo, pero hay que seguir adelante. Ahora, duerme que mañana hay que recibir a tu madre del aeropuerto y a las cinco de la tarde es el velorio de tu abuelo. 
















Al día siguiente, me desperté más tranquilo porque iba a ir a recoger a mi mamá, ya que no la veía hace dos semanas. 

Por la tarde nos dirigimos al velorio muy apenados, mientras que yo pensaba en lo que me había pasado la noche pasada. Tuvimos una misa de media hora y estábamos reunidos con la familia y amistades cercanas. Cuando el sacerdote iba a dar la bendición, mi padre abrió el ataúd y este se encontraba vació. 

Todos entraron en desesperación con la duda de donde estaba el cuerpo del abuelo. Algunos plantearon teorías de que quizá el cuerpo se habría quedado en la casa, otros dijeron que se lo habían robado. 

Después de un rato de discusión, llego la señora de servicio que había servido a mi abuelo durante mucho tiempo y dijo que le pareció haber visto a mi abuelo vivo, este habría salido a la calle y habría despareció después de haber girado la esquina en un callejón. Nadie le creyó a la señora ya que ya era algo mayor y creían que alucinaba cosas ademas esta venia de un pueblo donde tenia creencias increíbles. La señora agrego que llevaba un reloj de oro y el abuelo siempre tenia uno así, así que todos se quedaron en la duda que si la señora estaba diciendo la verdad. 



Escrito por Alvaro Lazcano y Leonado Solimano. 












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