jueves, 4 de mayo de 2017

Un extraño suceso en el cementerio

No sé por qué, pero siempre me ha gustado venir a este lugar. Además de brindarme paz y tranquilidad, puedo visitar a las personas que más extraño. Reflexiono sobre todo en el tiempo que perdí con ellas cuando tuve la oportunidad de compartir momentos juntos y hacerlos inolvidables.
Un nuevo difunto está siendo trasladado por cuatro personas hacia el lugar donde va a ser enterrado. Lo sigue su familia y amigos. Lloran desconsoladamente. ¿Cuánto dolor y sufrimiento puede llegar a haber en una persona solo por perder a alguien? Debe haber cumplido un rol muy importante en sus vidas. Hubiera deseado haber sido la persona que él alguna vez fue. Ahora tendré que vivir con ese remordimiento.
Puedo ver que una persona muy extraña se acerca. Tiene un aspecto misterioso: estatura baja, ojos saltones y una expresión que me es imposible de leer. Mientras más se acerca, más rápido va. Llega a tal unto que me atraviesa.
¿Por qué todo ha pasado de ser luz a oscuridad? ¿En dónde estoy? ¿Por qué me han encerrado? ¿Qué hago aquí? ¿Debería golpear? ¿Debería gritar? ¿Y si nadie me escucha? ¿Y si me quedo aquí para siempre?... mejor vale la pena intentarlo.
Por fin puedo respirar, me estaba sofocando. Alguien ha abierto el ataúd. Es una señora. Me mira, y yo la miro también. Está tan sorprendida como yo, hasta que me abraza y empieza a decir - ¡Gracias a Dios, gracias a Dios!- un montón de veces. Yo no comprendo y todos me empiezan a llamar por un nombre que no es el mío, me dicen - ¡Nicolás!- Luego de esto me sacan del ataúd cargándome. Al bajar todos me empiezan a rodearme y me llevan al estacionamiento; entramos en el carro y empiezan a comentar - ¿Cómo es que ha pasado? ¡Fue un milagro! ¡Tal vez no era su hora!- Yo sigo sin entender. No dije ni una sola palabra en todo el viaje, hasta que llegamos a una casa desconocida.
Al entrar una señora me dice - Sube por las escaleras y dirígete a la derecha. Allí vas a ver una habitación para que descanses.- ¿Para que descanse? ¿Por qué querría yo descansar?
Cuando entro cierro la puerta y me tiendo sobre la cama, mientras pienso sobre todo lo que puede estar ocurriendo. Todo ha sido tan rápido.
Decido entonces entrar al baño para asearme. Abro el caño, lleno mis manos de agua y me lo hecho en la cara. Al levantar mi cabeza, miro en el espejo mi rostro, pero hay alguien más ahí; volteo y no hay nadie. Vuelvo a mirar al espejo. Soy yo, pero no soy yo, tengo mi nariz más perfilada.
De pronto un hombre está parado al lado de mi cama (mi supuesta cama), al principio no lo reconozco, pero luego me doy cuenta que es el mismo hombre que me había atravesado en el cementerio. Está en silencio y parece no mirarme. Cuando de repente me pregunta si sabía por qué me había pasado eso, y yo le contesto que no sé. -Es una segunda oportunidad- me dice.


Por: Daniela Palma y Cristina Valle



1 comentario:

  1. Me encantó! Las preguntas en el cuento lo hicieron más interesante.

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